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miércoles, 20 de diciembre de 2017

Campo de Moria

Aquí más fotos de Moria. En cada una un detalle.

 Desde el sitio donde se entrega la comida, esta la visión. Carpas, contenedores... la ropa secándose.

 Y la vida va, dice esa hermosa canción francesa. Aquí también y para que fluya hacen falta múltiples actividades. Como la de peluquero...


Las colas esperando la comida. Ya les hablé de esto. Hay comida para todos, pero el control es prácticamente inexistente. Los refugiados disponían de una credencial cuando yo llegué a Moria. Luego se les retiró porque las duplicaban y hasta quintuplicaban. Ahora usan para recibir sus raciones unas hojas fotocopiadas, donde figuran los datos y fotos de los integrantes de la familia.... pero... hace la cola la mujer y recibe lo suyo. Luego el marido repite la operación en otra cola y vuelven a recibir.... No culpo a los refugiados. No se lo que yo haría en situación similar, pero si digo que las organizaciones pueden optimizar los recursos de su funcionamiento. Un ordenador portatil, se me ocurre que sería suficiente.

La fila de las mujeres y un refugiado pakistaní que colabora como voluntario
 aquí se ven las camionetas que traen los alimentos. El agua viene en un camión

Ojos... bonitos ojos sirios. Han visto mucho para sus edades. Han llegado niños que no hablan. Vieron como las bombas destruían sus casas, cruzaron con lo puesto dos países y luego el mar.

Dos niñas que con cuerdas y cajas vacias han construido sus columpios... pasé por allí y me llamaron para que las empujara. Quién se niega???

 Muchas familias mantienen sus viviendas limpias y ordenadas. Las duchas no cuentan con agua caliente y los servicios sanitarios están colapsados.
 Mi lugar de trabajo


El voluntario que se ve al fondo, es Piti. Un suizo que llegó hace dos días y estará dos semanas en Moria

Este amiguito, con el que ya mostré una foto de mis primeros días, hoy se acercó a saludarme y me manifestó tristeza por mi partida. Recordé mi nariz de payaso y se la obsequié. La madre me dijo que eso serviría para recordarme. Esa nariz, no es muy querida por Eva. La compré apenas llegué a España y la usaba para vender unos juguetes de madera que hacía y luego vendía en la calle. A Eva ese recuerdo la pone mal y a mí me pareció buena esta ocasión para desprenderme de la nariz y hacerle un mimo a mi compañera. Vaya a saber uno como sigue la historia de ese trozo de plástico?

Hoy a la mañana volví a sentarme frente al bidón de la leche. Y nuevamente alcanzó. Esta sola tarea vale la mitad del viaje y estadía en Moria. La otra mitad es la oportunidad de convivir y sentir con hermanos que la están pasando mal.

Sobre la mesa el chaleco verde que usé en estos días. Ahí queda. Alrededor algunos de los compañeros voluntarios. Otros no estaban para la foto o se han ido hace pocos días. De izquierda a derecha; Bastien de Burdeos, Francia. Yo, Piti de Basel, Suiza, Sara, también suiza, Marta y Nacho de Zaragoza, España. Gente joven con un corazón enorme. Se merecen lo mejor de la vida.

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