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martes, 24 de mayo de 2016

Otra vida

A veces nos parece que este mundo no es nuestro hogar. Y en algún recodo de nuestra mente, sabemos que esto es verdad. Un extraño recuerdo nos ronda, como si huebiera un lugar que nos llamase a regresar. Es un sentimiento persistente. Un vago recuerdo entre neblinas.
Es algo que descartamos, pero sin dudas volverá a rondarnos otra vez..
Vagamos por este mundo, a la deriva, enfrascados en una búsqueda interminable. Insatisfechos, pero sabiendo íntimamente que hay algo más. Todos sabemos de que hablo.
En situaciones especiales, después de profundos dolores o fracasos. Cuando la felicidad o el amor nos iluminan. Ante atardeceres o amaneceres en soledad. Bajo las estrellas, en la montaña. Conmovidos por los más altos valores humanos. En estos estados, se patentiza el sentimiento de que somos más que carne, huesos y sangre. Desaparece el miedo y un inefable estado de Paz nos invade.
Esta ventana a la verdadera VIDA, se puede ensanchar y hacer más frecuentes nuestras miradas a esa dimensión mayor de la existencia.
Yo lo busco y lo consigo en mis viajes.
Encuentro todo lo bueno de los demás y me siento profundamente hermano de todos. Estoy protegido y se que nada me faltará. Hasta creo ser mejor persona.

Ayer por la tarde, aparecieron en el pueblo tres ciclo viajeros. Luis, Felipe y Quique. Hablamos de todo y de nada. Hoy, compartiendo un desayuno, estrechamos más los lazos que nos unen. Mientras los veía alejarse, en mi cabeza apareció lo que escribo más arriba. 

 Luis, Quique y Felipe. Vienen desde Asturias y su destino es Ainsa, a unos 65 kms. de casa.
 Con Luis y Quique... que contagian las ganas de volver a rodar
Y ahí se van. Cuatro cosas en las alforjas, las ganas de darle al pedal y la libertad.... 

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