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sábado, 10 de agosto de 2013

Olorón - Sabiñanigo, 7º día

Era noche todavía cuando comencé a desmontar mi campamento. La larga subida al puerto ocupaba mis pensamientos y quería llegar temprano a casa. Las nubes cubrían el Pirineo y a las 7 de la mañana del domingo pocos coches circulaban. No tenía claro cual era la distancia al inicio del puerto de Somport  y estaba ansioso por saberlo y esperaba que los ciclistas aparecieran para poder preguntarlo. Acumulaba kilómetros y nada.. Empecé a pensar en Gabriel, un argentino que compró casa en Francia en un pueblito de este valle del que no recordaba el nombre y que yo suponía debía pasar en cualquier momento con destino a Jaca, donde tiene su negocio... a cada coche que me adelantaba le miraba la placa, para gritar cuando apareciera una matrícula española... pensé en llamarlo por teléfono y conseguir que me cruzara con el el túnel, pero descarté esa posibilidad para no importunarlo. Era mejor que el apareciera solo y si la bici entraba en su vehículo bien y si no a seguir pedaleando... era un pensamiento obsesivo que el único objeto que tenía era evitar las altas cumbres usando el túnel de 10 km que simplifica todo, pero que no acepta la circulación de bicicletas. Cuan me quedaba menos de dos kilómetros para empezar el ascenso, bajé a sacar fotos en unas fortificaciones para fusileros construidas en el siglo XIX y al salir de unas ruinas, una camioneta que entraba a Francia me tocó bocina y paró metros mas adelante... era Gabriel. Me llevó a conocer su nueva casa, a la que todavía no se ha mudado y luego me cruzó el túnel dejándome en Canfranc. HAY QUE TENER CUIDADO CON LA CABEZA Y LO QUE SE PIENSA.....
Ya en España solo quedaba bajar en dirección a Jaca con la bici a más de 50 kmh y gozando del Sol y el viento en la cara y esa sensación de libertad potenciada. Tomé la curva de Villanua y recordé que Pedro y Maite estaban en su casa, tomé el desvío le pedí una cerveza y quince minutos después otra vez al camino... el viaje se terminaba. La cuesta que bordea el hospital de Jaca se hizo larga y ya la temperatura estaba sobre los 35º, iba a tener que comer algo y descansar y solo me restaban 25 km hasta casa. Consulté con la tripulación y decidimos llamar a Carina para que me fuera a buscar con la camioneta. A las 3 de la tarde comíamos los tres juntos (Eva, Carina y yo), luego la ducha y una siesta y terminé el domingo trabajando en la tienda y tratando de quitar de mi cabeza un duende que me preguntaba ¿y ahora, a donde vamos?

 Las nubes tapaban el Pirineo a las 7 de la mañana.
 El valle se va estrechando y el verde se acerca cálido y protector.
 En el cartel blanco que hay sobre el césped, se alcanza a leer la palabra "rugby" un deporte muy extendido en toda Francia, donde trabajan muchos jugadores argentinos, que al retirarse, en muchos casos se quedan como entrenadores.
 Parece que circulo entre Bariloche y la Angostura... solo falta el lago.
 Típico caserío de productores agropecuarios franceses.
 Sobre la carretera, los restos de una torre de fusileros.
 En la montaña, una fortificación. Estos edificios se encuentran en las dos vertientes pirenaicas.
 La tronera desde la que el fusilero disparaba
 Gabriel, que me ahorró el puerto y que dejó pendiente una cena de inauguración de su nueva casa en Francia. La nueva casa tiene grabado en la puerta el año 1584.... es merecedora de una entrada en exclusiva que haré cuando se concrete el encuentro inaugural.
 El polvorín de Jaca, que abastecía a los edificios defensivos del lado español del Pirineo.
La Peña Oroel, que mostré en las fotos del 1º día, pero ahora desde otro ángulo y en el día que cerraba el circuito.
Fueron 586 kms en la bici más un tramo en tren y dos en coche, recorridos en exactamente siete días y con un gasto total de 145,50 euros.
Es una experiencia de recreación (re-crearse) que me genera múltiples experiencias a las que asigno un alto valor. Los edificios se pueden repetir y también los paisajes, pero no las gentes. El cansancio, los dolores musculares, las incomodidades son inevitables, pero la satisfacción por superarlos les da otro significado. La libertad de viajar sobre dos ruedas y con el motor de nuestro propio corazón, también nos dice que no es necesario mucho para VIVIR. 
Comer y descansar. 
Sentirse protegido bajo la fina tela de la carpa, mientras escuchamos el goteo de la lluvia. 
Coronar en solitario un puerto que pone ante nosotros un inmenso valle.
Ver el cielo limpio y sus estrellas escuchando el silencio.
No es poesía.. es mucho más.
La seguimos en la próxima.


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