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jueves, 22 de agosto de 2013

Carcastillo, Fálces y Longás


Mi abuelo, Juan Martínez Autor, nació en Fálces, Navarra y allí encontré familiares que me abrieron sus brazos y tratan como si siempre hubiéramos estado en esta tierra. Para estas fechas celebran sus fiestas y acostumbramos a participar. En esta ocasión lo hicimos el día del cierre de las celebraciones, pero aprovechamos para visitar otros sitios. El domingo por la noche, después de trabajar hasta pasadas las 9, montamos en el motor home y llegamos a Ejea de los Caballeros en la provincia de Zaragoza. El lunes temprano estábamos en el Monasterio de La Oliva en Carcastillo, Navarra, al mediodía en Fálces y por la noche, después de pasar por Sos del Rey Católico, nos instalamos en Longás. Yo recuperé vivencias de mi reciente viaje en bici y Eva conoció y disfrutó de las amistades que coseché. Nuestra mascota fue parte del grupo disfrutó de los montes y también de sus nuevas amistades.

 Frida, reconocía cada cosa nueva a tgravés de su olfato... en el bosque correteaba imaginamos que persiguiendo el olor de animales que por esos sitios habían pasado. Con cada persona que encontraba, desarrollaba su show de cola enloquecida... pero el haber entrado en la adolescencia le ha dado un estar más sosegado.
 Llegamos al monasterio y recorrimos las instalaciones. Le mostré a Eva el lugar de mi acampadada y pregunté si podía saludar al P. Francisco y en unos minutos estaba con nosotros. Charlamos como viejos conocidos y reafirmé la excelente impresión que tengo de este hombre.
 Eva visitó el interior de la iglesia, construida entre el 1200 y el 1300
 En Fálces me reencontré con mi primo Javier... digan si no somos parecidos, al menos en la barriga
 María Eugenia, la mujer de Javier es la que motorizado nuestros encuentros y trabaja para mantener el vínculo. Es una locomotora....extrovertida, alegre y hospitalaria.... gracias a ella nos sentimos como en casa.
 Javier y María Eugenia son miembros de una Peña Gastronómica y propietarios de unas instalaciones adaptadas a ese cometido. Aquí pueden ver el salón y al fondo la cocina, que no tiene nada que envidiar a la de un restaurante. Hernán con un grupo de ayudantes fue el responsable de una paella que me hizo aplaudir con las orejas (las manos las usaba para pelar langostinos)
 Por la tarde y con abundancia de contenido sólido y líquido en mi barriguita, recorrimos una zona de viñedos y pequeñas montañas, para llegar a Longás, el pueblo donde arribé en mi primer día de bicicleteada y participé de la filmación que involucra a todos sus habitantes. Fue fácil encontrar a Eusebio, que a los tres minutos de charla decidió invitarnos a cenar. Conocimos a Elvira, su mujer y al rato apareció Alfonso. Nuevamente el clima que vivíamos era el del reencuentro con viejos conocidos. Hasta me largué a cantar milongas, acompañado por Alfonso y establecimos un nuevo encuentro para la próxima semana esta vez jugando como locales.
 Eva disfrutó sacando fotos de pueblitos perdidos y de caseríos abandonados en la montaña
Para nivelar las energías de Frida, después de algunas horas de marcha en la furgoneta, había que jugar a la pelota y hacerla correr. Cada vez viajamos más relajados y sin plan estructurado, quizá sea fruto de los viajes en la bici. Y como siempre... lo mejor es la gente.

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