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miércoles, 10 de julio de 2013

Un perro

Pompón entró al parque acompañando a su amo. Mucha gente se reunía por un festejo que no llegaba a entender. Se entretuvo husmeando a un grupo de humanos jóvenes que no le prestaron mucha atención, pero Pedro le llamó;
-Pompón, Pompón… ven aquí !!
Le fastidiaba ese nombre de perrito faldero, que le habían endilgado cuando llegó a la casa, siendo exactamente eso; un pompón. Ya tenía catorce años, que son muchos para un perro, era lo que se dice un anciano, sentía que ese nombre no era el que le correspondía, sonaba ridículo.

Siguiendo a Pedro en su recorrida visitó todos los bares montados en el parque y vio como su amo comenzaba a caminar con dificultad. No era la primera vez que esto sucedía y se alegró porque cuando esto pasaba, Pedro no le prestaba tanta atención y podía olfatear y recorrer con mayor libertad. Así llegó junto a unos niños por los que se dejó acariciar y con los que luego correteó sintiendo entre sus almohadillas el césped blando y húmedo.

¡Qué felicidad! Sintió ganas de gritar su alegría y lo hizo como todos los de su especie.. ladrando y corriendo sin ton ni son. En mala hora. Un humano pálido y flaco, asustado agrupó a su familia y el resto de la gente lo observaba con temor. Intentó jugar con todos, pero cuando se acercaba, retrocedían.

Un hombre corpulento, vestido de azul entendió su juego e intentó atraparlo. Pompón feliz lo evitó y ladrando lo más fuerte que podía giraba alrededor del gigante. De pronto el humano lo atacó con una silla, mostrando en su otra mano un objeto extraño, del que brotó fuego. Un abismo se abrió bajo sus patas y el dolor lo paralizó. Ya no gritaba nadie y un sueño pesado le vencía la cabeza. Alcanzó a ver a Pedro que llorando intentaba alzarlo, mientras el hombre de azul decía;

-Era un peligro para el público, tuve que dispararle
Sucedió en Zaragoza, España. El responsable de esta muerte es un agente de la Policia Local.

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