El baile y ya había empezado. Corría la cerveza y el chamamé
hamacaba a las parejas.
En bicicletas y luciendo sus mejores pilchas, la muchachada
de Las Lomitas, llegaba, buscando olvidar la semana de cinchar en aserraderos y
carpinterías.
El “Carpincho” estaba desde temprano y no había dejado de
beber.
Desde el improvisado mostrador parecía divertirse con los bailarines. El
acordeón arrastraba las alpargatas en el patio de tierra.
Carpincho, desvergonzado, se plantó en la pista, intentando arrebatarle la compañera al Gringo Wolos.
La tensión ralentizó la fiesta. Con una sonrisa boba,
Carpincho miraba desafiante al dueño del aserradero.
-
- Dejá de
joder Carpincho, estás en pedo… gritó Moncho, su compañero en la
carpintería, mientras se acercaba.
Las risas de algunos, el alcohol y el amor propio tocado, le
empujaron la mano a la cintura y mostró su daga.
-
- Tranquilo
chamigo… guardá el cuchillo.
Mientras hablaba, Moncho tomó el inflador de una bicicleta
que estaba en su camino.
Carpincho se abalanzó furioso, y Moncho, atento, le volvió a
pedir que aflojara. No escuchaba.
La agilidad de Moncho y el golpe del inflador en la cara,
hizo que tropezara en un cajón de cervezas. El ruido de las botellas y los
gritos de las mujeres, fueron música de presagio.
Con el rostro desencajado, Carpincho arremetió con furia.
Moncho blandía su arma improvisada y gritó otra vez mientras su zurda, buscaba
en la cintura el cuchillo.
- - Pará
chamigo !!
- - Hijo de
puta….. mordió Carpincho, mientras
alzaba su daga
El puño de Moncho terminó su viaje en la axila de Carpincho.
Los llantos de las mujeres y el silencio definitivo de la
orquesta, acompañaron el éxodo apresurado. Alguien, montó en bicicleta y corrió
en la oscura arena de la calle, buscando al médico.
-
- Si fue en
pelea, tiene que ir primero la policía.. y con cara de fastidio y sueño,
desapareció tras la puerta.
- - Está
jodido?, ahora vamos con la chata.
Dijo el milico, medio en pedo, quince minutos después.
En la bailanta, los veinte años del Carpincho, se licuaban
lentamente, en una gran mancha oscura.
Juan Martínez Autor
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