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domingo, 2 de diciembre de 2012

Vivir... de eso se trata




otra historia  de Salva Rodríguez.
http://unviajedecuento.weebly.com



El profesor abrió la puerta y entró con un mapamundi bajo el brazo. Ninguno le conocíamos, pero todos sabíamos que había estado recorriendo el mundo durante catorce años. Y era su primera clase, había cierta expectación.
Abrió el mapamundi y lo extendió en la pizarra. No dijo ni buenos días.

- Hay lugares de este mapa que provocan de inmediato el deseo de ir y ver cómo es aquello. Son esos donde hay más líneas de coordenadas que de carreteras. La presencia humana se reduce a un trazo delgado y pone de manifiesto algo que desde una ciudad no se ve: el hombre es sólo una molesta sanguijuela para el planeta.
Desiertos, selvas, glaciares, tundras, sabanas, traen un olor diferente al caminante, es el olor de la Tierra, porque en esos lugares es donde más que nunca el hombre está de paso. La evidencia de estar expuesto y en desventaja se torna obvia, la energía es tan intensa que una alfombra de asfalto, tres restaurantes y un par de pueblos de doscientas almas, no pueden contaminarla ni menguarla. El hombre es un huésped del planeta, nada más. Acaso, un huésped desagradecido.
Sin embargo, aquí, el Castillo crea la apariencia del hombre eterno. Cuatro paredes que frenan el viento y el frío, un grifo que calma la sed, y una despensa llena de comida, crean el espejismo de la seguridad y la eternidad. El hombre olvida que está de paso. Está de paso por la vida, y la vida está de paso por él. Convencido de su existencia eterna, de estar a salvo, deja la belleza y los sueños para el mañana, esa inalcanzable mentira o adverbio de tiempo.

El profesor hizo una pausa y se acercó a Augusto, el 'raspi', que estaba en primera fila. Aunque hablaba para toda la clase, se dirigió a él, y bajó la voz. Sentí como mis orejas se agudizaban.
- No pases de largo -susurró-, no dejes que pase de largo… la vida. Tampoco el mundo. No pases por el mundo asomado a una ventana, llega adonde no hay ciudades y despierta tu instinto. Contempla un horizonte infinito, una bóveda de estrellas, báñate en un río helado, sube una montaña y descubre águilas que vuelan más bajo que tú, pierde tus pasos en bosques donde los pájaros se puedan escuchar a kilómetros de distancia. Respira ese aire para encontrar una sensación dentro de ti que no sabías que existía. Estás de paso. Estás de paso por la belleza, y la belleza está de paso por ti. No pases de largo, no la dejes pasar de largo...


Volvió a alzar la voz y señaló un póster de las ruinas de Acinipo.
- Los Castillos conservan ruinas del pasado, griegas, fenicias, romanas…, todas, ocultando el tránsito de la vida bajo un disfraz de eternidad. Empero, la selva arrolla con raíces y lianas el ayer, y el desierto borra suavemente las huellas en la arena. La vida es el presente.
No caigan en el engaño del Castillo. No hay futuro, ni hay pasado. No estaréis, ni estuvisteis. Igual que un muerto ya no está entre los vivos, igual que vuestros hijos no han nacido aún, igual que el hombre en el planeta: ni estuvo antes, ni estará después.

El profesor caminó entre los pupitres, tocando una mesa y otra suavemente.
- Estás de paso, estás de paso, estás de paso, estás de paso… y pasaréis de largo. Viviréis en el Castillo con el alma dormida, e igual que la línea del horizonte mantiene caminando al caminante, a vosotros, la promesa frágil del mañana os mantendrá dentro de vuestra jaula dorada, aferrados a los barrotes de su puerta. Una jaula que está abierta. Y no la abriréis, no saldréis.
Porque tendréis miedo de lo que desconocéis.
En los desiertos no hay agua, dicen, en los bosques el hombre está a merced de osos y lobos, en las selvas hay malaria, en los mares hay monstruos marinos, y el miedo consigue que tú, jovencito, entres en tu jaula y tú mismo cierres la puerta. Estás seguro, sigues vivo. Pero, aparentemente seguro, aparentemente vivo. Miedo y garantías de futuro.
El discurso del Castillo viene de lejos: la tribu del fuego nos quemará, los egipcios nos harán esclavos, los mongoles nos quemarán los pastos, los infieles violarán a nuestras mujeres, los turcos invadirán Bulgaria, los rusos nos harán comunistas… - y señaló con un guiño el retrato del Generalísimo.
- El miedo, el miedo. Miedo y mentiras, miedo y mitos, miedo y salvación, miedo y listos, listos y cuentos. Los listos, los más listos inventan los cuentos. Ten miedo de lo que no conoces, yo te cuento como es; ten miedo, y yo te protegeré. Y tú amarás la jaula que te protege. Para siempre. La promesa de la eternidad y los cuentos para no dormir…

El profesor calló por un momento y de repente gritó con los brazos levantados, y dándonos un acelerón en el corazón.
-¡DESPERTAD! ¡ABRID LOS OJOS DE UNA VEZ! No hay infierno, no hay enemigo, no hay odio, no hay peligros, no hay pecado… no hay mañana. Todo está creado en torno a vuestro miedo, pero nada existe fuera de él.
Volvió a dirigirse al pobre 'raspi', lo levantó y caminó con él por la clase, como si caminara por el mundo.
- Despierta, sal de la jaula, quítate la corbata de seda y mancha tus manos de barro. Corre en un bosque, bebe agua del río, párate, mira ahí, dos colibríes flotando en el aire, hermosos ¿verdad?. Sigue, corre, huye, llega al desierto, entierra tus zapatos y siente la arena entre tus dedos, acaricia la arista virgen de una duna. Suda, siente calor, siente frío, siente el viento. ¡Siente! ¡Vive! Ten hambre por primera vez, toca una piel negra, ¿ves? es como la tuya, quizás más suave. Siéntate a comer en el suelo con un árabe, ríete con un chino al que no entiendes nada, mira a un oso a los ojos, míralo, míralo de frente y verás con claridad por fin, verás que no quiere matarte. Que no hay nada de lo que tener miedo.
Estás de paso por el mundo, por la vida, no pases de largo. El único mañana que existe es tu muerte. Y además, eso puede ser hoy.

Nunca volvimos a tener clase con ese profesor. Tal como vino se fue. Tal vez vino para decirnos eso, nada más.

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